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miércoles, 24 de septiembre de 2014
Vasili Arkhipov: "el tipo que salvó al mundo".
¿Has oído alguna vez hablar de Vasili Arkhipov?, ¿no?, no te extrañes, a la mayoría de la gente ni le sonará su nombre y, sin embargo, muy probablemente es una de las personas que más haya influído en la historia de la humanidad... Cierto personaje se refirió a él como "el tipo que salvó al mundo" ¡ni más ni menos...! :
«Un tipo llamado Vasili Arkhipov salvó al mundo». Así explicó Thomas S. Blanton, director del Archivo de Seguridad Nacional de EE.UU, el papel protagonista desempeñado por un desconocido marino soviético en la crisis de los misiles cubanos de 1962. De aquel episodio la humanidad recuerda que los Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron a punto de arrastrarla al abismo en su pulso nuclear. Lo que poca gente conoce es que fue la decisión de una sola persona, Arkhipov, la que evitó que estallara la que habría supuesto la tercera guerra mundial.
27 de octubre de 1962, una flota de once destructores y un portaviones (USS Randolph) de la armada estadounidense detectaron cinco submarinos soviéticos B-59 que venían escoltando los buques de transporte que se dirigían hacia Cuba, tratando de forzar el bloqueo que los EE.UU. habían impuesto a la isla caribeña. Los estrategas estadounidenses ignoraban que los submarinos soviéticos estaban provistos de armamento nuclear y empezaron a atacarlos con cargas de profundidad para forzar a los submarinos emerger e identificarse.
Así las cosas, a bordo de los sumergibles se vivieron momentos de pánico y caos. Creyendo que la guerra había empezado, sometidos al límite de su resistencia psicológica y presionados por una marinería que exigía defenderse, un trío de oficiales, el capitán (Savitsky), un oficial político y Vasili Arkhipov, ( el número dos al mando ) hacían esfuerzos por comunicarse con Moscú, sin éxito. Los tres, habían zarpado de la URSS con autorización para lanzar los torpedos nucleares si eran atacados siempre y cuando los tres por unanimidad estuviesen de acuerdo.
Discutían si lanzar un torpedo nuclear. El capitán, en su desesperación, más el oficial político estaban de acuerdo en abrir fuego, la nave estaba a punto de ser hundida, sus marineros exigían defenderse ya, en la superficie, la IIIª Guerra Mundial ya había estallado... Pero Arkhipov se mantuvo firme y no aprobó la decisión, finalmente convenció a los otros dos para emerger a la superficie y esperar instrucciones de Moscú.
En ese intervalo, llegó la orden de retirar los buques. Krushchev y Kennedy habían llegado al acuerdo histórico que todo el mundo conoce, que consistiría en retirar los misiles que tenía los Estados Unidos en Turquía apuntando a Rusia, a cambio de que los soviéticos retiraran también los misiles nucleares emplazados en Cuba que nos estaban apuntando y la promesa de que los EE.UU. no atacarían a Cuba.
Con toda seguridad, en el caso de que el submarino de Arkhipov hubiera respondido al acoso norteamericano con sus armas nucleares, la reación y capacidad de respuesta de los EE.UU. hubiese sido devastadora, dando paso, a la IIIª Guerra Mundial, pues el empleo de armas nucleares por ambos bandos hubiera sido sin duda el comienzo de una conflagración mundial de consecuencias de exterminio mutuo. Cientos de millones de habitantes de la Tierra hubieran paracido, y la humanidad hubiera recibido un golpe muy difícil de superar.
El juicio sereno del oficial Vasili Arkhipov fue reconocido por ambos bandos en la conferencia de La Habana del 2002, ya después de su fallecimiento. La humanidad debería estar en deuda con ese oficial naval, que con su serenidad y buen juicio nos salvó a todos y que, sin embargo, sigue siendo un gran desconocido.
Esta historia es un perfecto e impresionante ejemplo de que las convicciones de una persona, su decisión, su firmeza, pueden ser decisivas a niveles increíblemente importantes. Todos somos parte de la humanidad, y nuestro comportamiento puede influir en todos nuestros congéneres.
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Guerra fría,
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